miércoles, 11 de julio de 2007


Nuestro universo, está fusionado en un conjunto infinito de laberintos, estos pueden conducirnos a lugares, que jamás estaremos físicamente, podemos imaginarnos amigos del Minotauro, platicar desde lo mas absurdo hasta el tópico más complejo, con el dueño y habitante del gran laberinto. El hábitat sinuoso al que estamos expuesto, es inconmensurable, y ese lugar por el cual somos, es el laberinto del cual nunca podremos salir, mientras formemos parte de la especie humana.
Neuronas, células nerviosas, tienen muchas formas y tamaños, todas ellas poseen fibras delgadas capaces de transportar impulsos eléctricos. Estos impulsos atraviesan rápidamente la célula y "saltan" de una neurona a otra en las uniones químicas llamadas sinapsis, estableciéndose cientos de conexiones y formando nuestros pensamientos.
Somos en nuestro propio cuerpo, un intrincado y complejo conjunto de caminos, del cual solo nosotros elegimos por donde transitar, damos forma a nuestro propio laberinto interior que nos conduce, hacia la complejidad humana...
Dar creación a laberintos mentalmente intrínsecos nos puede, llevar a ser recibidos por la mágica melodía del "Rigoletto" de Verdi, mientras nos adentramos en el placer del pensamiento reflexivo y encontramos personas y mundos que en esta vida, posiblemente nunca hallemos.